Planificar es una tarea fundamental
en la práctica docente porque de esta depende el éxito o no de tu labor
docente, además de que permite conjugar la teoría con la práctica pedagógica.
Muchas veces no comprendemos el significado de planificar antes de ir a
clases, porque se tiende a asumir esta tarea como una “suerte de trámite con el
que hay que cumplir frente a la Dirección del Centro Educativo” y frente a los
diversos estamentos de supervisión educativa, sean estos de tipo distrital,
regional o nacional.
Desde este enfoque, la planificación se transforma en una actividad más
bien mecánica, que no coincide del todo con el desarrollo de las clases en la práctica.
Sin embargo, planificar es una tarea fundamental en la práctica docente,
pues permite unir una teoría pedagógica determinada con la práctica. Es lo que
posibilita pensar de manera coherente la secuencia de aprendizajes que se
quiere lograr con los estudiantes.
De lo contrario, si no se piensa previamente lo que se quiere hacer, es
posible que los alumnos y alumnas perciban una serie de experiencias aisladas,
destinadas a evaluar la acumulación de aprendizajes más que la consecución de
un proceso.
La clave está en comprender la planificación como un “modelo previo”,
que nos permite pensar en la práctica docente que nos viene de la experiencia
de años anteriores, a fin de mejorarla en futuras oportunidades y no como una
imposición.
La planificación es lo que se quiere hacer en teoría, aunque no siempre
resulte en la práctica. No obstante, no obtener el resultado deseado no
significa que la planificación no sea buena, sino que hay que modificar
aspectos en ella según el contexto en el cual se trabaja.
La importancia de planificar radica en la necesidad de organizar de
manera coherente lo que se quiere lograr con los estudiantes en el aula. Esto
implica tomar decisiones previas a la práctica sobre qué es lo que se
aprenderá, para qué se hará y cómo se puede lograr de la mejor manera.
Desde este punto de vista, es relevante determinar los contenidos
conceptuales, procedimentales y de actitudes que se abordarán, en qué cantidad
y con qué profundidad.
También hay que pensar en la finalidad de lo que estamos haciendo, ya
que para los alumnos y alumnas resulta fundamental reconocer algún tipo de
motivación o estímulo frente al nuevo aprendizaje.
Finalmente, se debe considerar también la forma más adecuada para
trabajar con los estudiantes, pensando en actividades que podrían convertir el
conocimiento en algo cercano e interesante para un grupo, dentro de un
determinado contexto.
Por eso se recomienda modificar las planificaciones cada año, de acuerdo
a los grupos con que se trabajará y su entorno, dando relevancia a las
posibilidades ecológicas del centro educativo, a los recursos digitales que
posibiliten la integración de todos/as en el diseño de las actividades, a los
valores y ejes transversales relacionados y a los diversos actores
relacionados, que pueden ayudar a la profundidad en la calidad del aprendizaje,
basados en la innovación educativa y en una visión global de la realidad
educativa local, que a diario vive cada aula, y con ella los alumnos/as de cada
escuela de la República Dominicana.
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